Toda una vida sembrando esperanza
Jubilación de Paquita y de Pepa
Después de más de 20 y 30 años al servicio de los demás en Cáritas Diocesana, Paquita y Pepa cierran una etapa llena de entrega, sensibilidad y compromiso. No se van con las manos vacías, sino con el corazón lleno de historias, rostros y aprendizajes que solo una vida dedicada a los más vulnerables puede dejar.
Hay trayectorias que no se miden en años, sino en huellas. En cada gesto de acogida, en cada mirada compasiva, en cada paso dado al lado de quienes más lo necesitan. En Cáritas Diocesana hemos tenido el privilegio de contar con profesionales que, durante décadas, han hecho del acompañamiento su forma de estar en el mundo.
Hoy celebramos la jubilación de dos compañeras y lo hacemos con gratitud, con emoción y con el profundo reconocimiento a una labor silenciosa, pero esencial.
Su paso por Cáritas no solo ha sido profesional: ha sido humano. Han estado donde más se las necesitaba, sosteniendo con firmeza y ternura, haciendo posible que tantas personas encontraran un espacio de dignidad y esperanza.
Representan la constancia, el cuidado, la discreta fortaleza de quien no busca protagonismo, sino transformación. Y en su despedida, nos dejan mucho más que un espacio vacío: nos dejan un legado de compromiso, de coherencia, de amor traducido en acción.
Gracias por tanto.
Por cada día sostenido en la fe en el otro.
Por enseñarnos que, en lo cotidiano, también habita lo sagrado.
¡GRACIAS!