Segundo domingo de Cuaresma
Tú tienes mucho que ver
A Dios le preocupa el sufrimiento de la gente y envía a su hijo, que deja tocar su corazón por el dolor, la opresión y la humillación que padecen hombres y mujeres, niños y niñas, extranjeros…Liberar, sanar, personar, aliviar, dar la vista, anunciar, todos verbos de la primera conjugación. Como primera debe ser la opción por los empobrecidos de la sociedad, por los que se están quedando atrás.
Hacer oídos sordos al clamor de los pobres cuando nosotras, las personas creyentes somos los instrumentos de Dios para escuchar al empobrecido y excluido, nos sitúa fuera de la voluntad del Padre, dice el papa Francisco en evangelium gaudium. Y quero gritar alto y claro: ¡Quien tenga oídos para oír, que oiga; y actúe! ¿Que nadie quede atrás! ¡Date la vuelta! ¡Date la vuelta!
Enfoquemos la mirada. Muchas veces en la vida es necesario tomar distancia del día a día, emprender el camino hacia un lugar alto desde donde mirar con perspectiva, darnos cuenta de nuestra pripia pequeñez y limitaciones, ver con mayor claridad que estamos en manos de Dios y formamos parte de su proyecto de Reino. Eso nos libera, nos da una renovada confianza, porque ya no es en nosotros mismos y toda esa realidad que nos abruma, sino en Él. «Este es mi Hijo, escuchadlo». Esa experiencia nos da fuerzas y luz para volver a la vida de cada día y comprometernos con ella.
«Este es mi Hijo, el amado; escuchadlo»