26 de Octubre. Día de las Personas Sin Hogar

Monición de entrada para la Eucaristía de este domingo, 26 de octubre, Día de las Personas sin Hogar.

Seamos bienvenidas todas las personas
que nos hemos reunido aquí para
celebrar esta eucaristía del trigésimo
domingo del Tiempo Ordinario.

Hoy vivimos una jornada especial, pues,
una vez más, en este último domingo
de octubre, celebramos el Día de las
Personas sin hogar.

La campaña del año pasado nos
invitaba a acompañar los caminos que
transitan estas personas. Este año nos
adentramos en otro tipo de camino:
el camino interior que cada persona
recorre en la vida y aquello que se
atreve a soñar. Es algo que no se ve,
pero que, en realidad, es lo que sostiene
para mantener la esperanza.

La Palabra de Dios hoy nos hablará de
un fariseo que no puede llegar a Dios
porque no ha sabido reconocerse en la
debilidad ni encontrarse con el prójimo.
Por el contrario, un publicano se
reconocerá pobre y necesitado de Dios,
por lo que volverá a su casa justificado.

Como la gran familia humana y cristiana
que formamos, debemos atrevernos
a mirar a los más desfavorecidos y
frágiles, a acercarnos, a reconocernos
también en ellos y a sostenernos.
Porque ninguna persona puede caminar
sola. Necesitamos la calidez de una
comunidad que no se limite a asistir
a las personas sin hogar sino que
cree y facilite espacios donde poder
descansar sin miedo, donde poder
recuperarse y volver a reconocerse
como persona plena con todos los
derechos, y experimentar así el amor de
Dios.

Por ello, os invitamos a la acción,
de manera individual y también
comunitaria.

Dispongámonos, por tanto, a celebrar
la eucaristía con alegría y soñando un
hogar para todas y todos.